Museo
Nacional de Bellas Artes
Arte, Diseño y Moda se
inauguró en el Museo Nacional de Bellas Artes, el 7 de mayo
(de 2003), a las 19, en la sede Monserrat, Alsina 1169.
En este paradigmático edificio diseñado por el arquitecto
español Alejandro Chistophersen, en 1901, el Museo Nacional
de Bellas Artes busca conformar un polo cultural y artístico
de vanguardia en la ciudad, siguiendo el modelo del exitoso
Chelsea de Nueva York, potenciando la proyección de Buenos
Aires.
La propuesta es desarrollar y reciclar este histórico
barrio, teniendo como pilares el arte, el diseño y la moda.
Un grupo de industriales y emprendedores de la zona ha
decidido colaborar con esta renovación, donde el Museo
intentará ser catalizador y núcleo operativo de este
matrimonio actual de arte y diseño.
En una escala muy distinta pero a la vez audaz, se podría
decir que las ideas se tomaron de muestras como la que Ives
Saint Laurent presentó en Museo del Louvre (en el sector de
la Rue Rivoli), o como la que llevó a cabo en Florencia, el
crítico italiano Germano Celant (ex director de la Bienal
italiana), cuando convocó a un grupo de alrededor de veinte
diseñadores internacionales para que ubicaran instalaciones
con sus diseños, en los principales museos de la centenaria
ciudad. Fue, por ejemplo, el caso de Valentino que realizó
su presentación en el espacio contiguo al David de Miguel
Angel en la Galería de la Academia. También, siguió esa línea
Armani y Boss, en el Guggenhein de Nueva York.
En el Museo Monserrat se realizarán coloquios, muestras de
diseño y presentaciones de moda, pero también exposiciones
de artistas argentinos jóvenes que el Museo se ha propuesto
apoyar, aquí en Buenos Aires como en el exterior, como una
de sus intenciones más importantes.
Sería ocioso reiterar la importancia del diseño para la
correcta respuesta de ciertas expectativas de nuestra
organización social. El espacio, connotado por el hombre,
requiere el diseño de su equipamiento y una articulación
de sus relaciones interpersonales.
Si todo arte es social o no es arte, el diseño lo es por
antonomasia, por definición de sus cometidos y resultados,
por sus aspiraciones y sus obras.
La creativa hazaña visual del diseño está cotidianamente
con nosotros.
Es una costumbre pero también una necesidad; es un uso pero
también un estímulo. Alcanza, en su proyección, a todas
las clases y las maneras de vida; es, en suma, una forma de
ser, una forma de pensar y sentir.
Con esta perspectiva estética, el Museo quiere sustentar
esa relación. La convoca y la provoca, como un desafío a
las partes involucradas: al todo social y al cuerpo creativo
de los disñadores y artistas.
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